La corresponsabilidad es la responsabilidad compartida, una responsabilidad que va más allá del simple reparto de tareas, es un compromiso por parte de mujeres y hombres, de la sociedad en general, de conocer las necesidades reales de las personas o grupos con los que se convive contribuyendo a solventarlas. Pero supone también, reconocer nuestras propias necesidades y limitaciones para dejarnos ayudar por las personas y orgasnismos sociales de nuestro entorno.
Si embargo, en nuestra sociedad observamos que tanto los cuidados y atención de nuestros hijos e hijas y nuestras personas mayores, como los del hogar, recaen, en su gran mayoría, en manos de las mujeres repercutiendo ello en la carga de trabajo a la que éstas tienen que hacer frente y las dificultades que esto conlleva tanto para entrar en el mercado laboral, como para mantener su empleo.
Si añadimos el evidente envejecimiento de la población española, podemos prever que las mujeres se verán avocadas a la atención de una población envejecida muy numerosa lo que, a su vez, aumentará las situaciones de renuncia de unas óptimas condiciones laborales, a la escasez de recursos económicos y a la renuncia de derechos.
Esto ocurre en mi entorno más próximo y así lo refleja los datos correspondientes al análisis de la realidad realizado en el III Plan de Igualdad del Valle del Guadalhorce, donde se inserta el municipio donde resido.
El reto de la corresponsabilidad
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